Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

Amigos de Los Mínimos y Máximos

martes, 19 de octubre de 2010

EL DIVINO VICIO DEL MUNDO HELENO: La Homosexualidad en la Grecia Antigua.


Patroclo y Aquiles

La homosexualidad era un hecho común y corriente en la Antigua Grecia y las relaciones entre dos hombres era un hecho socialmente aceptado, además se hablaba y se escribía sobre el amor homoerótico con toda la naturalidad del mundo. Los griegos suponían que los hombres que amaban a otros hombres emularían, imitarían y tratarían de parecérseles, mientras que aquellos que amaban a las mujeres acabarían pareciéndose a su amada. Es decir que en la medida que más amabas a un hombre eras más hombre. Este enunciado o pensamiento esta reflejado en el discurso de Aristófanes en el “Banquete” de Platón y que cita muy bien Leopoldo Alas en su libro “Hablar desde el Trapecio”:

“ ‘Quienes aman a hombres y sienten placer en acostarse con hombres y en ser abrazados por hombres son también los muchachos más hermosos y jóvenes, y - naturalmente - los más masculinos.’ ”… “ ‘Una prueba clara de esto nos da el hecho de que, una vez adulto son los únicos que se comportan como hombres en sus carreras públicas.’ ” (1) (2)

La literatura griega popular de aquel entonces estaba llena de proezas homoeróticas de personajes típicamente masculinos como Zeus, Heracles, Ganímedes, Aquiles o Patroclo entre otros muchos. Igualmente su arte estaba pleno de hermosas imágenes donde se muestra el amor entre jóvenes o hombres, entre mortales masculinos y sus varoniles dioses. Aristóteles consideraba igualmente la homosexualidad como algo natural, y en su libro Ética a Nicómaco ya hace una distinción entre el homosexual pasivo y el activo, cito en esta oportunidad a Roger Benito Juliá que a su vez cita a Aristóteles:

“ ‘Esta disposición se da naturalmente en ciertas personas’ ”… “ ‘cuando la naturaleza es responsable, a nadie se le ocurriría llamar inmorales a esas personas en mayor medida que a las mujeres, porque en el coito éstas son más bien pasivas que activas’ ” … “ ‘Y el que un individuo con esta disposición la venza o ceda a ella no es un problema moral propiamente dicho.’ ” (3)


En la Grecia de los grandes filósofos no se les juzgaba a las personas o a sus ciudadanos sobre la base del sexo o preferencia sexual, en aquel entonces el calificativo era personas “castas” o “no castas”, “casadas” o “célibes”, nunca en categorías de homosexual o heterosexual, pues estas categorías no existían en el mundo helénico. En la Antigua Grecia no se concebía la orientación sexual como identificador social, cosa que sí se ha hecho y se sigue haciendo en las sociedades occidentales en el último siglo. La sociedad griega no distinguía el deseo o comportamiento sexual por el sexo biológico de quienes participaran, sino por cuánto se adaptaba dicho deseo o comportamiento a las normas sociales. Estas normas se basaban en el género, la edad y el estatus social.


Entre las parejas más famosas que se conocen del mundo heleno podemos hablar de Aquiles y Patroclo, Eurípides y Agatón de Atenas, Alejandro Magno y Hefestión, y la relación amorosa de Epaminondas y su amigo y soldado Cafisodoro ambos asesinados en la Batalla de Mantinea, los cuerpos de estos guerreros y amantes fueron enterrados juntos, pues su amor era bien conocido por todos los soldados griegos y ni siquiera en la muerte quisieron separarlos.

Por Félix Esteves 

(1) Alas, leopoldo. Hablar desde el trapecio. -- Madrid: Huerga y Fierro Editores, 1995. Pag. 123

(2) Para mayor información es recomendable que consultes EL BANQUETE de Platón, sección 192a ó también puedes ir al siguiente link www.presenciacristiana.net/libros/pdf/banquete.doc  página 31.

(3). Roger Benito Juliá. La Homosexualidad en la Edad Media. En : Medieval. -- Barcelona : Francs Editores, 2006. Pág. 38.

1 comentario:

  1. Me parece sumamente interesante todo esto de verdad. Ojala la sociedad de ahora pudiera ser como la griega antigua.

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