Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

Amigos de Los Mínimos y Máximos

domingo, 5 de septiembre de 2010

EL COLECCIONISTA DEL TIEMPO.

Estaba decidido. Desde ahora empezaría a coleccionar algo, realmente no sabia qué, pero por algo tenía que empezar. Camino toda la larga calle de tiendas y descubrió un pequeño lugar muy escondido en un bazar, era una tienda de antigüedades, entro y sus ojos quedaron maravillados de tantos objetos, cosas, muebles, artefactos y todas testigos de hechos, actos, sucesos y acontecimientos de días, años y siglos pasados. Recorrió todo el lugar bajo la mirada escrutadora del dueño, por fin como hipnotizado se dirigió aun pequeño artefacto que no era más que un reloj de arena. El dueño le comento que su elección era de lo más exquisita, que ese reloj perteneció a la mismísima Lucrecia Borgia, y era una copia del reloj que aparecía en un cuadro de Ambrosio Lorenzetti de 1328, claro todo eso eran especulaciones con el fin de sacar el mejor provecho del ingenuo comprador. Sin embargo el juego de la compra que duro aproximadamente dos horas termino con un feliz abrazo entre la dos partes pues ambos habían quedado satisfecho con el precio. El joven salio contento de la tienda con su reloj de arena, pensando que ya tenía decidido el primer objeto de su colección, sería un coleccionista de relojes antiguos. Así empezó una frenética búsqueda de los relojes más raros y pretéritos, llego hasta comprar una clepsidra que supuestamente databa de los tiempos de la gloria de los faraones.

Cuando empezó su excelente colección de los artilugios antiguos del tiempo apenas tenia veinticinco años y llevaba apenas tres años como coleccionista, sin embargo parecía que tuviera como cien años. Pero su obsesión era grande, sus objetos poblaban cada rincón de su casa, llevaba más de ocho mil objetos y a todos los hacia funcionar. Pero su mayor anhelo era adquirir un reloj de arena que supuestamente era el más pequeño del mundo y que fue construido para medir el último suspiro de los emperadores en su lecho de muerte. Tal maravilloso objeto realmente no era de arena sino de polvo de diamante y su creador fue un médico chino especialista en curar y diagnosticar enfermedades a través de la duración del aliento. El coleccionista había recorrido casi el mundo entero en busca de la codiciada reliquia pero extrañamente su adquisición fue a través de Internet donde pago una fuerte suma de dinero.

Aquella noche llego el estimado objeto, lo esperaba con ansia enfermiza, era la culminación de su suprema colección. Apenas recibido el diminuto paquete, se dirigió al estudio principal donde tenia la mayoría y lo más costosos artefactos, abrió la cajita y con delicada maniobra coloco el reloj sobre el escritorio, enseguida la bóveda superior empezó a soltar el microscópico polvillo diamantino y en un santiamén cayo sobre el bulbo inferior... no le dio tiempo al emocionado coleccionista admirar su ultima adquisición, con su último aliento se había convertido en arena.


Por Félix Esteves

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